Martín Sánchez Gómez
Categoría: Ciencia
¿Quién no ha sentido alguna vez como una situación de estrés se apoderaba de él? ¿Quién no ha llorado desesperadamente por la falta de un ser querido? ¿Quién no se ha sentido lleno de energía tras una tarde de risas junto a sus amigos?
Eso son las emociones, preciosas compañeras desde el comienzo de la vida y gran causa de nuestra supervivencia hasta el día de hoy. No creo en un mundo en paz sin personas empáticas que sepan gestionar sus emociones, ni veo posible un futuro feliz sin ciudadanos más conscientes y capaces de comprender las emociones de los demás. Como psicólogo entiendo las relaciones humanas en clave social y sustento la importancia del contacto con los demás para formar relaciones saludables. Creo en la fuerza de las emociones y en su importancia para construir una sociedad mejor desde lo aparentemente intangible generando nuevas dinámicas de comunicación e interacción donde la persona vuelve a ser el elemento central del rompecabezas.
Extrañamente, siempre supe a lo que me quería dedicar. La conducta humana ha sido desde tiempos inmemoriales un enigma, por eso, en busca de poner mi granito de arena en este desafío, decidí estudiar Psicología y convertirla en el eje central de mi vida los últimos 10 años. Durante este camino descubrí una enorme pasión por la investigación y, casi como consecuencia, por la docencia. Sin duda, mi curiosidad y afán por entender el porqué de las cosas ha sido un fantástico motor para evolucionar desde estudiante a Doctor en Psicología. Mi trayectoria científica comienza en 2014, fruto de una beca de colaboración del Ministerio para trabajar en el grupo en el que posteriormente desarrollé mi investigación doctoral: “Organizaciones emocionalmente inteligentes”. En él conocí la inteligencia emocional (IE), eje central de mi trayectoria, y en él he podido desarrollarme plenamente como científico, cumpliendo todas las etapas que requiere una profesión como esta. En 2016 comenzó mi andadura pre-doctoral, suponiendo esta una etapa desafiante y llena de metas que poco a poco he ido alcanzando. Mi trabajo doctoral ha tenido como resultado la publicación de 38 trabajos repartidos entre libros y revistas nacionales e internacionales indexadas en la Web Of Science, Scopus o Latindex, y el desarrollo de una tesis por compendio de artículos que supone una importante aportación al estudio de la Psicología Social en general, y de la IE en particular, ya que recoge el desarrollo y validación de MEIT, el primer cuestionario para evaluar la IE utilizando dispositivos móviles.
Desde que comencé mi trayectoria científica me he sentido muy interesado por el aspecto social e integrador de las emociones, por ello he desarrollado diversos proyectos en torno a la importancia de la inteligencia emocional (IE) en el desarrollo de vida. Como la ciencia ha reiterado, la adecuada gestión de emociones permite dar respuesta a numerosas situaciones de crisis y fenómenos como la transformación digital o la Covid-19 no hacen más que poner de manifiesto la necesidad de repensar nuestra forma de vivir en sociedad. Fruto de esta inquietud decido pasar a la acción en mi provincia, Castellón. Del papel pasamos a las aulas y allí, de la mano del profesorado, creamos el Proyecto EME (Emociones Mejorando la Educación), un innovador programa formativo en habilidades socio-emocionales para reducir niveles de bullying en la educación primaria y secundaria. Mi trabajo doctoral en esta línea de investigación nos ha permitido dotar de validez y fiabilidad científica dicho proyecto, además de haber recibido distintos reconocimientos que nos han permitido comenzar a implementar el Proyecto EME en escuelas de España, México e Italia.
Pero, volviendo al comienzo, ¿Quién no ha esbozado una sonrisa imaginando que sus sueños se hacían realidad? Mi felicidad se dibuja mientras sigo trabajando en el desarrollo de la IE de los más jóvenes, desde distintos proyectos dentro y fuera de España, manteniendo el contacto con mis raíces, pero aprendiendo en diversos grupos de investigación de todo el mundo.
Es por eso que la consecución de este prestigioso premio permitiría seguir haciendo crecer el Proyecto EME, siendo pioneros en lo que a transferencia y aplicabilidad científica se refiere, y llevando el nombre de la Comunidad Valenciana a todos los rincones posibles. No podemos olvidar que la ciencia es universal, nos ayuda a construir un mundo mejor y permite mejorar la calidad de vida, incluso de los más pequeños, nuestro futuro, y los que todavía tienen la felicidad como primera preocupación.
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