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Jose Bonafont Aragó

Categoría: Ciencia

Me llamo Jose Bonafont Aragó y nací en Alfafar, un pequeño pueblo de la comarca valenciana de l’Horta Sud. A mis 28 años, todavía albergo la curiosidad que me caracterizaba de pequeño, un afán por descubrir cómo y por qué suceden las cosas que se refleja no solo en mi desarrollo académico, sino también profesional, con un marcado objetivo: intentar que nuestra sanidad sea aún más increíble.

A los 18 años, tras cursar Bachillerato en la modalidad de Ciencias, conseguí entrar en un nuevo grado de la Universitat de València (UV), Biotecnología, donde pude formarme en biología molecular e ingeniería genética. Tuve la oportunidad de unirme a un grupo de investigación de Oncología Molecular en el Hospital la Fe de València, realizando un proyecto de evaluación de terapias farmacológicas para neuroblastoma en pacientes pediátricos, así como una estancia en el grupo de Reparación Cardiovascular del Instituto de Investigación Príncipe Felipe de València, adentrándome en el campo de la terapia celular. Este tiempo supuso para mí la confirmación de que puedo ayudar a las personas, al menos a un pequeño grupo de ellas, y generar un impacto social positivo.

Posteriormente, cursé el Máster en Biotecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de València (UPV), y descubrí un campo de investigación que me sirvió para dirigir mis pasos futuros: la terapia génica. Nos presentaron una enfermedad genética rara de la piel, que producía dolorosas ampollas por todo el cuerpo de los niños con mínimo roce, la llamada Epidermólisis Bullosa. Sentí que yo quería participar en ese proyecto. Y no sé si fue la búsqueda de suerte o destino, conseguí una plaza para unirme a un grupo de investigación en Madrid.
Así pues, con todo el dolor de mi corazón por dejar nuestros 320 días de sol, la paella de los domingos en familia en el campo, nuestras fallas y la playa, me mudé a la capital, con una beca de Personal Investigador en Formación de la Universidad Carlos III de Madrid de cuatro años de duración, para realizar la tesis doctoral en departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial.

¿Qué podría aportar yo a estos niños y niñas con “piel de mariposa”? En España, 1 de cada 227 personas es portadora de esta enfermedad genética sin saberlo. Los pacientes tienen una deficiencia en una molécula de su cuerpo, llamada Colágeno 7. Esta proteína actúa como un velcro entre las dos capas principales de la piel, epidermis y dermis. Cuando no está, el velcro no pega correctamente, separando la piel y provocando dolorosas ampollas por todo el cuerpo. La continua formación de herida y cicatrización acaba con el desarrollo de cáncer de piel, la principal causa de muerte de estos pacientes. Y actualmente, no existe cura ¿Cómo actuar?

Del mismo modo que cambiamos el velcro de una prenda cuando pierde su adherencia, decidimos replicar el proceso con células madre de la piel. Sin aguja, hilo y tijeras, pero con una gran caja de herramientas: la ingeniería genética. Así, mi proyecto durante los últimos cinco años se ha centrado en generar “tijeras moleculares” que corten específicamente el gen que produce el Colágeno 7 para poder repararlo. Se tomó una biopsia de un paciente con “piel de mariposa” y, tras el tratamiento molecular, observamos que el 85 % de las células presentes en la muestra habían sido corregidas. El velcro estaba bien. Estas células se expandieron y generamos pieles artificiales por ingeniería de tejidos. Tras trasplantarlas en un modelo animal, fueron capaces de regenerar piel humana con perfecta adhesión y sin ampollas. ¡Por fin lo teníamos!

Recientemente, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha designado nuestra terapia como medicamento huérfano, lo que supone un apoyo para el avance de esta terapia hacia la clínica. Este tratamiento es el primero que emplea células modificadas por edición genómica en España.

Más tarde, conseguí una beca de cuatro meses como investigador visitante en la escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, una de las mejores universidades del mundo. Allí me uní al equipo del Dr. Matthew Porteus, uno de los líderes mundiales en edición de genomas para el tratamiento de enfermedades. Junto a su equipo desarrollé una tecnología para corregir diferentes mutaciones del gen del Colágeno 7, con el objetivo de extender la terapia a más pacientes. Este desarrollo ha supuesto la solicitud de una patente a la Unión Europea.

Además, en este 2020, año en el que nos ha azotado una pandemia devastadora, he tenido la suerte de poder participar durante la primera ola, en uno de los equipos de voluntarios en Madrid para la lucha contra la covid-19, dando soporte al diagnóstico del virus, consiguiendo realizar más de 3.000 pruebas PCR semanales. Nuestro trabajo se centró, sobre todo, en el apoyo a las residencias, donde el cribado era imprescindible para establecer protocolos de aislamiento eficaces y detener la transmisión entre nuestros mayores.

Este septiembre defendí mi tesis doctoral, convirtiéndome en doctor en Ciencia y Tecnología Biomédica por la Universidad Carlos III de Madrid, con mención Cum Laude y Mención Internacional, consiguiendo así el último y más importante nivel académico que confiere la universidad. Actualmente, tengo una posición en esta universidad, como investigador postdoctoral y docente en el grado de Ingeniería Biomédica.

De este modo, presento mi candidatura a los premios Talento Joven como una recompensa a las ganas de avanzar, a la búsqueda de oportunidades y al intento de cambiar la realidad de personas que lo necesitan. Un premio que, como valenciano, sería un honor obtener. ¡Que no paren las ganas de luchar por un futuro mejor!


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