Beatriz Alonso Tena

Categoría: Cultura

Los cambios derivados de la alimentación, así como el ocio sedentario en el que se ven inmersos los niños/as de hoy en día, y unido a los cánones de belleza que perpetúan los medios de comunicación y redes sociales, en los que se sacraliza la delgadez extrema como sinónimo de belleza y éxito en la vida, han originado una crisis de enfermedades relacionadas con la alimentación y el peso. Son dos caras de una misma moneda: obesidad y trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Son un reto de salud pública en la Región europea de la OMS, pero en nuestro país no se contempla la educación en alimentación, no hay estrategias consolidadas de prevención y las cifras no paran de crecer. Más aún a causa de la pandemia por COVID-19.
Tal es la magnitud del problema, que después de años de investigación, he desarrollado un programa escolar de prevención de obesidad y TCA, dirigido a estudiantes y sus familias.
Después de haberlo implementado el curso anterior en varias escuelas de la Comunidad Valenciana, y analizado los datos obtenidos, los resultados son prometedores. Por primera vez se han visto reducidos los factores de riesgo de estas enfermedades (autoestima, insatisfacción corporal, gestión emocional, conductas de riesgo para controlar el peso…) y los alumnos/as han mejorado considerablemente sus hábitos de alimentación, así como sus conocimientos al respecto.
A diferencia de otros programas, este integra la prevención de obesidad y TCA, para no lanzar mensajes contradictorios al alumnado. Además, este se dirige a alumnado en edad escolar, actuando de forma precoz antes de que hayan adquirido malas conductas. Es un programa de fácil aplicación, motivador, que no discrimina por género ni ninguna otra razón.
Asimismo, tanto alumnado como profesorado han mostrado su satisfacción. Incluso la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana ha mostrado su interés, reconociéndolo como un proyecto de investigación e innovación educativa.
A través de este proyecto, se puede mejorar de una forma sencilla y justa, la calidad de vida de todos los niños/as y sus familias, prevenir enfermedades, educar en salud y reducir las tasas de obesidad y TCA.
Mi objetivo es que se aplique como parte del currículum educativo y llegue a todas las escuelas de la Comunidad Valenciana, convirtiéndola en pionera en cuestión de cultura y referente en educación, alimentación y salud.
Creo que debería llevarme el premio, pues es bien sabido que la alimentación es una parte primordial de la salud de los seres humanos, y es imperante invertir recursos dirigidos a prevenir convenientemente enfermedades y mejorar la calidad de vida de la sociedad. Máxime cuando es realmente difícil conseguir que un programa sea efectivo a la hora de prevenir TCA y obesidad, y Everybody has a body, lo ha conseguido en tan solo 11 sesiones.
Pero esto no ha sido fruto del azar. Para conseguirlo he luchado durante años, con determinación y tenacidad, sin contar con apoyos económicos ni de ningún otro tipo por parte de las administraciones. Invirtiendo mucho tiempo y mi propio capital en el desarrollo de este programa, aún cuando ser joven e investigadora, parecen antónimos en este país. He lidiado contra el COVID, contra la falta de implicación de las administraciones, las complicaciones de los equipos directivos, la reticencia de algunos docentes por conocer proyectos nuevos, los miedos de las familias, las dificultades a la hora de solicitar permisos, etc.
Todo, por llevar a cabo este proyecto, que hace unos años era solamente un sueño y hoy es una realidad. Este es mi grano de arena para conseguir un futuro mejor para nuestros/as niños/as.

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