Lucía Carmona Álamos
Categoría: Acción Social
El avance de la mujer en el ámbito público ha ido mejorando notablemente en los últimos años y aunque la tendencia de la búsqueda de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres esté cada vez más extendida, en la práctica no se está llevando tanto a cabo. La igualdad formal y efectiva entre mujeres y hombres debe buscarse en todas aquellas actividades que estén integradas en nuestra sociedad; el deporte y la práctica de ejercicio físico no son derechos aislados de esta realidad.
El deporte es un medio muy potente a nivel educativo y mediático, constituye un motor de cambio social y se hace muy difícil entender que, desde siempre, las mujeres hayan estado vetadas en este mundo. El deporte ha sido, históricamente, un terreno masculino realizado y disfrutado por ellos; asociar la práctica deportiva a las mujeres es también liberarnos de las ataduras machistas a las que hemos estado amarradas. Para ello, es necesario que exista concienciación social, apoyo económico, legislación local y nacional y políticas integradoras para que las mujeres tengan acceso a la práctica deportiva.
Mi nombre es Lucía Carmona Álamos y soy gestora deportiva especializada en Deporte, Mujer e Igualdad. Aproveché el confinamiento para divulgar en las redes sociales del Polideportivo Beteró acerca de cuestiones vitales en la salud de las mujeres que, siendo más del 50% de la población, aún son desconocidas para la mayor parte de la sociedad. Las mujeres merecen que se reemplace la actual perspectiva medicalizadora por un abordaje integral y respetuoso, basado en la evidencia científica y el ejercicio físico se convierte en la pastilla perfecta con más beneficios y menos contraindicaciones que existe para la prevención de enfermedades. También resulta esencial mencionar el papel de la mujer no como practicante, si no como agente activo en los ámbitos educativos y de formación como también, en la dirección deportiva. Aunque en las instituciones públicas es donde más avances se han hecho en cuanto a la presencia de las mujeres en la participación y toma de decisiones gracias a la discriminación positiva, la comunicación del mensaje sigue siendo profundamente estereotipada y el masculino genérico la norma; de esto no se libra el deporte, intensificándose incluso en este sector. Cuando comunicamos tenemos la responsabilidad de hacerlo rompiendo estereotipos que tanto desmotivan en el día a día para que la igualdad de derechos y oportunidades sea real y efectiva. Cuando comunicamos debemos hacerlo con una base formada y preparada para no caer en el error en el que caen la mayoría de medios de comunicación, poderosos medios de transmisión de valores. En nuestra lengua tenemos la obligación de ofrecer alternativas en las que se minimice el impacto negativo de género promoviendo una imagen igualitaria, plural, no estereotipada de mujeres y hombres y por ende, no sexista.
Desgraciadamente, los recursos con los que cuento para desarrollar este proyecto más ampliamente son muy reducidos y por eso mi candidatura a estos premios como acción social, porque estoy convencida que esto tiene la posibilidad de dar poder real a las mujeres y avanzar hacia una sociedad más simétrica. Lo que no se visibiliza no existe y además, debemos aportar por medidas efectivas y reales que consigan desprendernos de ser «la otredad».
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